Hola Barcelona

14 octubre 2006

Recuerdo un alumno

Recuerdo un alumno-
Ahora mismo no recuerdo su nombre-
Que cambió sus hábitos en un
viaje a Europa. Aprendió a
tomar el café y el licor.
Reinició sus clases de francés porque
no quería perder lo que de
él había sintonizado
Con la sofisticación.
Su lado sofisticado.
¿Por qué lo estoy juzgando?
Si hoy imito sus gestos
¿No me estoy tomando acaso
una vichy para hacer lugar al sabor
del café?
Quizás me equivoque y encontró
Como yo un lugar
En el mundo.
Un sí mismo
Orientado a lo que quería de sí mismo.
Es difícil saberlo.
Sólo sé que en ese momento no le ofrecí
Ese lazo-no hablamos ese idioma.
Francia para mí era otra casa.
La de la literatura-
Los poetas-
Que bien a la inversa
Desmistifican
Aquella mascarada de cultura.
Y porque logran dar con ella
los veneran, los idolatran
y ellos se dejan hacer.
¿No necesitamos todos acaso
endulzar la imagen que tan difícilmente
deconstruimos para crear?

Aún así: este café esta buenísimo.
Mi alumno tenía razón: el sabor del agua
deja el paladar listo al disfrute de
ese gusto amargo, áspero que trae el café.
Y ahora de repente recuerdo
porqué le critiqué ese cambio de timón,
Esa nueva compostura: tan sólo
porque previo a su viaje a las Europas,
Él era un tipo
Gracioso.